El 24 de octubre se celebra el Día Mundial contra el Cambio Climático. Desde 1988, un grupo de expertos internacionales (IPCC) está revisando las evidencias científicas disponibles sobre el cambio climático. Las conclusiones hasta la fecha no son muy alentadoras y reflejan la urgencia de actuar en todos los órdenes de la economía y la sociedad:
- El calentamiento del sistema climático es inequívoco, existiendo una clara influencia humana en su evolución.
- Cuanto más alteremos el clima, más riesgos de impactos severos, generalizados e irreversibles tendremos.
- Los principales impactos potenciales del cambio climático sobre las personas incluyen: escasez de agua y alimentos, aumento de la pobreza, aumento de la población desplazada e inundaciones costeras.
- Los riesgos del cambio climático dependen de las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero (GEI) que, a su vez, dependen de las emisiones anuales en las próximas décadas.
- La adaptación y la mitigación son estrategias complementarias para reducir y gestionar los riesgos asociados al cambio climático, pero ninguna es suficiente por sí misma.
De entre todos los tipos de gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono representa unos dos tercios, principalmente por la quema de combustibles fósiles para el transporte y la producción de energía. Así, nuestra forma de vida y nuestros hábitos tienen mucha influencia en el uso de la energía y, por lo tanto, en las emisiones de GEI a la atmósfera. Las emisiones podrían reducirse si cambiamos nuestros hábitos de consumo, utilizamos nuevas tecnologías y adoptamos medidas de ahorro energético para que el desarrollo económico sea más sostenible.
La electricidad, una solución
La electricidad se ha convertido en una solución contra el cambio climático, siempre que su origen proceda de fuentes respetuosas con el medio ambiente, principalmente energías renovables. Así, muchos países están apostando decididamente por la electrificación de sus economías, es decir, por la introducción masiva de las energías renovables en el mix energético y por soluciones eléctricas para movilidad, mediante la sustitución de los vehículos de gasolina o diésel por vehículos eléctricos.
Los coches eléctricos contaminan menos, ya que no emiten ningún residuo directo a la atmósfera. Es cierto que la electricidad necesaria para impulsar el vehículo no es hoy todavía 100% de origen renovable, pero la rápida transición energética en los países desarrollados conducirá a sistemas limpios de producción de energía eléctrica en pocos años. De hecho, las administraciones locales están favoreciendo la circulación de vehículos eléctricos en el centro de las ciudades mientras se veta el acceso a los coches convencionales, con el objetivo de mejorar la calidad del aire.
Para apoyar la transición hacia el uso de energías más limpias, muchos países están implantando un sistema de garantías de origen renovable de la producción de energía eléctrica. La garantía de origen es una acreditación, en formato electrónico, que asegura que la energía eléctrica producida en una central, en un periodo temporal determinado, ha sido generada a partir de fuentes de energía renovables. Cada vez más, un número creciente de consumidores finales solicita a su comercializadora de electricidad que le garantice que la electricidad que le suministra procede de centrales eléctricas renovables. Por ejemplo, muchos pliegos de licitación de administraciones públicas ya incluyen que la energía eléctrica proceda en un 100% de fuentes renovables. Esta solicitud por parte de los consumidores está provocando la aparición de un mercado de garantías de origen y está incentivando la producción de más energía renovable.
Además de la reducción del uso de combustibles fósiles en automoción, empieza a observarse una tendencia entre los promotores inmobiliarios, arquitectos e ingenieros para utilizar más los sistemas de calefacción eléctrica en lugar de calderas de gas natural en nuevas edificaciones. ¿Cuál es la razón de este cambio de paradigma cuando las calefacciones de gas han demostrado históricamente su eficiencia y confort? Principalmente, el proceso de descarbonización de las economías desarrolladas, que han entendido que la lucha contra el cambio climático es una prioridad y están apostando por la electrificación de todos los servicios energéticos. Y aunque el gas natural no es tan contaminante como el carbón, también emite dióxido de carbono.
"La energía más limpia es aquella que no es necesario producir"
Pero la energía más limpia es aquella que no es necesario producir, es decir, la aportación que todos los sectores pueden hacer a la sostenibilidad mediante el ahorro de energía: el sector agrícola, el industrial, el comercial, los consumidores domésticos… Todos podemos aportar nuestro granito de arena para reducir el consumo de energía y evitar así la emisión de gases nocivos para la atmósfera. El planeta, nuestra casa, pide auxilio.
Para un asesoramiento especializado, sobre energía renovable, contacta con un gestor energético en el 900 834 937 o a través de nuestra página web: contacto